El valor oculto del miedo
- Reingenieria Kinestesica
- 28 oct 2024
- 2 Min. de lectura
¿Alguna vez has considerado que el miedo podría ser algo más que una emoción incómoda? Podemos comenzar abordando esta emoción con un enfoque diferente. Propongo un acrónimo: *Menor Intención Enfocada y Distracción Oculta*. Esta visión sugiere que, en lugar de ver el miedo solo como un obstáculo, podríamos percibirlo como una señal que, cuando se analiza a fondo, tiene el potencial de revelar aspectos de nuestro ser y de nuestras limitaciones.
Mi primer acercamiento a esta idea provino del biólogo, filósofo y epistemólogo chileno *Humberto Maturana* (1928-2021) y su ensayo titulado “La Dignidad del Miedo”. Maturana planteaba que el miedo puede representar una herramienta valiosa: un aviso interno que no debe ser reducido simplemente a un estado de incomodidad que perturba nuestro "gobierno interior".
Para algunos, el miedo es tan intenso que puede desencadenar reacciones físicas y emocionales automáticas, como la huida, el congelamiento, la pérdida momentánea de consciencia, o el impulso de pelear. Esta respuesta a menudo puede parecer una ola repentina, como un tsunami que golpea nuestras costas internas. A veces, atribuimos al miedo la razón por la cual no logramos nuestras metas, considerándolo un impedimento en lugar de una oportunidad.
Sin embargo, si nos detenemos a buscar el "talento" o el "valor oculto" del miedo, descubrimos que es, en esencia, un "vigilante" incansable que despierta cuando percibe una amenaza que podría superar nuestras capacidades de respuesta. Este vigilante interno enciende todas las alertas y activa en nuestro cuerpo una reacción química que nos prepara para actuar. En esta acción yace el valor oculto: el miedo nos brinda la oportunidad de hacer una pausa y formular una pregunta crítica: ¿Qué es aquello que percibo como mayor que mis capacidades?
Imaginemos una situación concreta: si enfrentamos una amenaza física, como la presencia de un oso, el miedo nos ayuda a reconocer un riesgo tangible. Pero, ¿qué sucede cuando el miedo surge ante un pensamiento abstracto, como la preocupación por no tener recursos suficientes para cubrir nuestras necesidades? Para algunas personas, esta percepción de amenaza puede desencadenar una respuesta física tan intensa como la que provocaría el oso, aunque no exista un peligro real e inmediato.
El valor oculto del miedo, entonces, reside en la capacidad de aportar razón a la emoción a través de preguntas que desmenuzan y estructuran nuestra respuesta. Al cuestionar y analizar lo que tememos, encontramos alternativas y oportunidades para solucionar lo que inicialmente nos parecía abrumador. En lugar de dejarnos llevar por reacciones impulsivas, abrimos la puerta a una respuesta racional y proactiva.
El miedo pierde su dominio sobre nosotros cuando nos planteamos y respondemos honestamente la pregunta: ¿Qué es lo que considero mayor a mis capacidades? En algunos casos, podría ser una crítica sobre nuestro trabajo, generando el temor de que otros descubran una posible falta de habilidad. Esta respuesta al miedo puede desencadenar un análisis y una búsqueda interna que, con el tiempo, nos permite descubrir recursos personales que no sabíamos que teníamos.
Y tú, ¿qué temores mantienen activas tus alarmas y aún no has apagado?
Comentarios